el más amable y compasivo de los corazones
después del de Jesús,
Trono de las misericordias divinas
en favor de los miserables pecadores!
Yo, reconociéndome sumamente necesitado,
acudo a Vos en quien el Señor
ha puesto el tesoro de sus bondades
con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido.
Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza;
por esto os digo y os diré
en todos mis apuros y peligros:
¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija,
Cuando la enfermedad me aflija,
o me oprima la tristeza,
o la espina de la tribulación llague mi alma,
¡Oh dulce Corazón de María,
y mis propias pasiones,
coaligados para mi eterna perdición,
me persigan con sus tentaciones
y quieran hacerme perder
el tesoro de la divina gracia,
¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
En la hora de mi muerte,
En la hora de mi muerte,
en aquel momento espantoso
del que depende mi eternidad,
cuando se aumenten las angustias de mi alma
y los ataques de mis enemigos,
¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora
Y cuando mi alma pecadora
se presente ante el tribunal de Jesucristo
para rendirle cuenta de toda su vida,
venid Vos a defenderla y ampararla,
y entonces, ahora y siempre,
¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos,
Estas gracias espero alcanzar de Vos,
y de una manera muy especial
esta petición que os hago
con toda mi fe y todo mi corazón:
(Hacer la petición)
¡Oh Corazón amantísimo de mi Madre!,
os amo y espero algún día
y gozar de Dios en vuestra compañía
por toda la eternidad en el Cielo.
Amén.
En el Nombre del Padre, y del Hijo +,
En el Nombre del Padre, y del Hijo +,
y del Espíritu Santo.
Amén.
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