“Ven” —dijiste — “tenemos que hablar”,
estabas detrás de una fría máquina virtual,
sólo mis ojos podían ver y leer
lo que tratabas de decir.
Mientras, mis manos caían sobre el teclado
tratando de llevar tu conversación,
pero no sabía que con cada tecla que presionabas,
mis sueños se iban desvaneciendo
como la bruma al amanecer.
Me dijiste que te ibas,
lágrimas caían en mi teclado,
mis manos callaban, no podía escribir,
sólo leía el adiós que venía.
Me dijiste:
"yo te amo, pero no puedo seguir así".
Yo callaba, mi corazón se desgarraba
en cada línea que veía aparecer.
Esta distancia destruyó mis ilusiones:
Con tu amor, cariño, y promesas de amor,
de que no acabaría jamás,
me llegaste a hacer creer
que todo lo intangible podía ser posible.
Ya ves, estamos aquí, frente a frente,
sin poder mirarnos,
sólo el sentimiento que nos une
crea un vínculo que sólo tú y yo
podemos llegar a palpar...
Aún con mis manos en el teclado
empapadas por mis lágrimas, sólo podía mirar
cómo te alejabas para siempre de mi lado.
Incapaz de retenerte,
apretando cada tecla, sólo podía decir “sí”,
comprendiendo que todo era un sueño
con un triste final.
Tú seguramente mirabas la fría máquina
y parpadeabas al leer mi resignado pasar
por esa efímera vida que un día soñamos alcanzar.
Así, en cada espacio, tu adiós inesperado
mataba cada tecla que lograba apretar.
La vida a través de esta pantalla,
que tanto me hizo soñar, quedará apagada
porque los dos le dimos la vida
y ahora la acabamos de matar.
Apaga esa máquina que ya sin vida está.
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