A CELIA ESTRELLA. POEMA ANTIGUO.


Pura amistad, donde brilla 
la sencilla Ternura de la niñez, 
Bella como su semblante: 
cuando amante 
se oculta con timidez.

Escucha, niña mi canto, que levanto 
Para ensalzar tu candor; 
Que es en tu edad cuando plácenle 
la primera emanación de una flor.

Flor a quien el sol colora brilladora 
para gala del jardín, 
ven a refrescar mi frente con tu ambiente 
impregnado de jazmín.

Ven a formar con tus brazos 
tiernos lazos, a mi cuello con amor, 
y disiparán mis penas las cadenas 
que formes en mi redor.


Yo pagaré con un beso de embeleso 
aromado de azahar, 
el purísimo momento de contento 
que me has dejado gozar. 

Es mas grato para el alma, dulce calma, 
de tu cariño infantil, 
que la brisa perfumada regalada 
por las flores del pensil.

Hay en el pecho del niño fiel cariño 
que derrama en nuestro ser, 
cual la aurora de colores en las flores 
su gota de rosicler. 

Por eso Celia, graciosa, tan preciosa 
es para mi tu amistad; 
Pues en élla no hay engaños, ni hay amaños 
que emponzoñen su verdad.

Ojalá dure tu infancia cual fragancia 
vontenida en un cristal: 
Pues ¡ay de tu dulce vida! si vertida 
es la esencia por tu mal.

Entonces se troncharían y caerían 
rus alas de serafín, 
como frágil mariposa caprichosa 
que muere en la llama al fin.

En el mundo, niña mía, la alegría 
se mezcla con el dolor...! 
Dichosa tú que aun lo ignoras 
y atesoras, la dicha de tu candor.

Quiera el cielo que tu Estrella pura y bella 
jamás se llegue a eclipsar; 
Ni en tu frente tersa y pura, la amargura, 
deje su huella al pasar. 

Ni a tus lindos labios rojos los enojos 
roben el dulce color. 
Ni jamás falsos amores punzadores, 
te hieran con su rigor.

Que nunca suerte enemiga ¡ay! consiga 
ver tu llanto deslizar. 
Ni el mundo con su veneno tu albo, seno, 
se goce en emponzoñar. 

Es tanto lo que te quiero, mi lucero, 
que cifrara mi placer 
en verte siempre dichosa, candorosa, 
ajena del padecer. 

Y si la suerte algún día, vida mía, 
me lleva lejos de tí; 
recordaré este momento de contento, 
Mirándote junto a mí.


Febrero 1856.





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