LOS DIOSES EN EL HOMBRE


Los dioses de la naturaleza y los diversos aspectos del dios de Israel, que se convirtió en el dios del cristianismo, representan lo mismo. Dios es el macrocosmos y el hombre el microcosmos; es decir, el ser humano es la manifestación de Dios en el plano material. De este modo, los dioses de la naturaleza, como aspectos de Dios, están también en el hombre. 

La psicología moderna, particularmente la escuela Jungiana suiza, reconoce la existencia de estos aspectos divinos de Dios en el hombre y los llama arquetipos del inconsciente colectivo. Para Jung los arquetipos son "formas o imágenes de una naturaleza colectiva que aparecen prácticamente en toda la tierra como componentes de mitos y al mismo tiempo como productos autóctonos e individuales de origen inconsciente". 

Debido a que los arquetipos estaban presentes hace mucho tiempo en el desarrollo humano, Jung creía que tenían sus bases en la más fundamental estructura de la mente humana. Observó una evidencia de ello en la similitud del contenido simbólico en los mitos, religiones, leyendas y cuentos de hadas, y en el hecho que ciertos símbolos se mantienen a lo largo de la historia del hombre.


Cada dios o espíritu de la naturaleza era considerado por Jung como un arquetipo y a la vez una fuerza que mora dentro de la mente humana. Por ejemplo, Jung vio el arquetipo del niño eterno y maravilloso en Jesús, en el infante Hermes, en Zeus e incluso en Moisés. 

El arquetipo de la madre universal creativa era expresado por la madre naturaleza, la diosa de la tierra en las religiones griegas y romanas, y por el principio femenino en las religiones orientales. 

El principio de la dualidad cósmica fue igualmente explicado por Jung en su concepto de opuestos. La acción de estos contrarios es comparada en la escuela Jungiana con los polos positivos y negativos de un circuito eléctrico o con el movimiento sistólico y diastólico del corazón. Entre mayor es la fuerza entre los dos opuestos, mayor será la energía que se derivará. De acuerdo a Jung, sin fuerzas opuestas no hay manifestación de energía. 

La energía liberada por dos opuestos, que Jung llamó energía psíquica, es esencialmente plástica en la naturaleza, y por ende puede ser usada para propósitos creativos. Jung creía que "la dirección de esta energía se podía canalizar transfiriéndola a algo similar en naturaleza al objeto de interés instintivo". 

Esta es una buena explicación psicológica del mecanismo de la magia y los poderes mágicos inherentes que son la herencia del hombre. Dios está en el hombre, y éste a su vez puede, si lo desea, llegar a ser un dios a través de las cualidades heredadas de su creador.




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