En las culturas primitivas, el profeta y el chamán (doctor-brujo) son la misma persona. En estas sociedades hay muy pocas diferencias entre magia y religión, y en la mayoría de los casos dichas discrepancias están mezcladas en la personalidad del sacerdote.
Casi siempre la profecía es el resultado de palabras proferidas por sacerdotes o sacerdotisas en estado de éxtasis. Las antiguas pitonisas griegas que estaban a cargo de los oráculos entraban en éxtasis y profetizaban bajo la influencia de diversas drogas.
Los doctores-brujos de muchas tribus salvajes también hacen profecías después de ingerir una planta sagrada o alucinógeno. Aún existen tribus en México que usan peyote, una droga alucinógeno derivada del mescal, para inducir trances que a menudo originan visiones proféticas.
En Egipto, los sacerdotes de Ra en Memfis actuaban también como profetas, al igual que los sacerdotes de Hekt.
En Asiria, el profeta era conocido como nabu, una palabra que significa llamar o anunciar, y probablemente se derivó de Nabiu, el nombre del dios que proclamaba el destino.
En Israel, el profeta era llamado nabhia, un título probablemente tomado de los Cananeos.
Hubo tantos profetas en Palestina y sus alrededores durante tiempos bíblicos, que se creía que cuatrocientos profetas de Baal se sentaron en la mesa de Jezabel. Sólo algunos de los más importantes profetas de Israel, tales como Samuel, Ezequiel y Jeremías, que no solamente tenían la habilidad de predecir el futuro, sino también servir como consejeros de guerra, fueron inmortalizados en la narrativa bíblica. Los profetas hebreos no fueron simples videntes; eran los portavoces divinos de Dios, y por consiguiente sus consejos se tenían en cuenta y sus órdenes eran obedecidas.
En Grecia, los profetas eran estrechamente relacionados con los oráculos, mientras que en Roma eran representados por los augures.
Los druidas, que formaban probablemente la más secreta y poderosa sociedad mágica de la antigüedad, eran famosos por la precisión de sus predicciones, algunas de ellas se encuentran en las llamadas profecías de Merlín, el más conocido de todos ellos.
Los profetas no deben incluirse como ordinarios adivinos; ellos no predicen el futuro leyendo estrellas o manos, o buscando presagios en el hombre y la naturaleza. El conocimiento profético del verdadero vidente, se origina de su interior. Ya sea el resultado de la catarsis mental provocada por drogas, o el don natural de la clarividencia, el poder de predecir yace dentro del profeta. ¿Es un poder dado por Dios? Los profetas piensan que sí, y no hay razón para que dudemos de sus palabras, considerando que rara vez se equivocan.
Como hemos visto, Dios, o los dioses, están en el hombre, esperando la oportunidad de proyectarse externamente en la personalidad consciente. Durante los estados de éxtasis de místicos y magos, hay una función temporal entre los aspectos conscientes e inconscientes de la mente, los cuales están identificados con fuerzas positivas y negativas. Es a lo largo de estos momentos que principalmente se profieren las profecías. En este contexto podríamos decir con un buen grado de exactitud, que la profecía es un don de Dios.
Tal vez el más famoso de los profetas ha sido el médico, abogado y astrólogo de los reyes Enrique II y Carlos IX, Michel de Nostradamus, mas conocido como Nostradamus, quien escribió cientos de estrofas proféticas llamadas cuartetas, prediciendo el futuro de muchas generaciones aun por venir. Estas cuartetas, conocidas como las profecías de Nostradamus, pronosticaron la muerte de Luis XVI y María Antonieta en la guillotina, dos años antes de realizarse estas espantosas ejecuciones que marcaron para siempre la historia de Francia. Nostradamus predijo la primera y la segunda guerra mundial, al igual que la llegada de un "hombre audaz, infame e injusto" llamado Hister (Hitler), que estaría muy cerca de acabar con la "libertad" en el mundo. Nostradamus fue un profeta involuntario que sin embargo cultivó sus dones divinos por medio de oraciones y constantes meditaciones. Nació en 1503 y murió en 1566, después de predecir los inventos del avión y el submarino. Han existido muchos profetas en la historia de la humanidad, pero ninguno tuvo el poder visionario de Nostradamus.
En tiempos más recientes ha habido un renacimiento de la profecía, el más famoso entre estos videntes modernos es Edgar Cayce, nacido en Kentucky, y conocido como un hombre de milagros. Se dice que de niño habló con un ángel, y tenía sólo dieciséis años cuando descubrió sus asombrosos poderes de curación. El tratamiento de Cayce se usaba principalmente en el diagnóstico de lesiones espinales como causa de las enfermedades, y a menudo tenía la asistencia de un osteópata durante sus sesiones de curación.
Cayce dejó registros de más de treinta mil casos tratados por él durante sus cuarenta y tres años dedicados a labores curativas, lo cual probablemente lo convierte en el más notable curador que ha existido. Sin embargo, el don de sanar no fue el único poder sobrenatural de Cayce —también tenía la capacidad de estar en trance para así predecir el futuro—. En una ocasión Cayce identificó un asesino durante uno de sus trances, pero el oficial de policía a cargo del caso, que no aceptaba la autenticidad de sus poderes de clarividencia, lo acusó de complicidad en el crimen. Después de esto Cayce se negó a realizar más experimentos de detección psíquica.
Actualmente hay un gran número de psíquicos bien desarrollados, que pueden hacer predicciones precisas sobre acontecimientos futuros. Sin embargo, estas predicciones son basadas en cálculos astrológicos, lecturas del tarot, o cualquier otra forma de adivinación. La verdadera capacidad profética es rara, y usualmente es un signo de gran unión mística entre Dios y el hombre.
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